Dos claveles y una rosa

 Me arrebataste la tranquilidad, en aquel momento en que mi alma dormía serena sin extrañarte, justo allí donde comienza la quietud de mis pensamientos, estaba sin preocupaciones, sin importar si ya habías llegado, si nunca estuviste o tal vez jamas sucediera y rompiste el silencio espantando con tus dudas mi corazón que alocado salia por mi boca, susurraste tan hondo en mi pecho esta soledad que llevo a cuestas desde hace tanto tiempo haciéndola parte de mi ser, te aproximaste tanto al baúl de mis recuerdos que en mi cabeza volaban alusiones con tu nombre, tu olor, tus locuras y tu voz...
Fue remontarse a esos momentos, estábamos allí frente a frente, tu sonrisa, tu rostro, tus manos... Eras enteramente tú, a mi lado, juntos otra vez, el baile y la música,  la risa y ... el llanto. ¿Mi llanto? ¿Porque son mis ojos desembocadura de tal cascada de lagrimas? Porque no pasaron por ti los años, principito adolescente, que hago yo once años mayor deleitándome con tus niñerías  aquellas que se fueron sin despedirlas y jamas volvieron a pesar de llamarlas...
Hoy aun sin comprender el episodio de aquel cálido día en que tu alma se arrimo a la mía  espero en silencio volver a hacer de tus locuras mi deleite y tomar tu mano fuertemente como en ese entonces, cuando todo este tiempo de nuestra visible separación no ocurría..